lunes, 22 de diciembre de 2008

ESCUCHAR AL BUEN PASTOR



Si oir depende de nuestro oído y escuchar depende de nuestra voluntad, de nuestra conciencia y de nuestra capacidad de empatizar, pareciera entonces que un sordo podría escuchar aunque no pueda oir.

De hecho, la palabra escuchar deriva de la palabra latina "auscultare" y oir proviene de otra palabra latina diferente, "audire".

Auscultare o auscultar, es escuchar con atención y comprender y Audire u oir, es simplemente poner oído a algo, es algo inconciente y que no requiere de ninguna acción nuestra excepto que nuestro oído esté sano. Es uno de nuestros sentidos.

El oir pasa por nuestro sistema auditivo periférico que permite, con la colaboración de nuestras orejas, percibir los sonidos. Estos sonidos son transconducidos como impulsos eléctricos a nuestro cerebro que procesa e interpreta estos sonidos. Si no es de nuestro interés el sonido que percibimos, simplemente pasa a ser parte del "ruido" ambiente. Por el contrario, si es de nuestro interés, ponemos atención, nos centramos en aquello y comenzamos entonces a escuchar.

Yoshua Emmanuel en más de alguna oportunidad ya nos ponía en alerta de esto:

"... a ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos, no. Porque al que tiene se le dará más y tendrá en abundancia, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene. Por eso les hablo en parábolas, porque miran y no ven; oyen, pero no escuchan ni entienden." (Mateo 13, 11-13)

Si no ponemos atención, podremos escuchar la voz del buen pastor...?


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