Desde niños se nos ha educado con ciertos paradigmas y modelos sociales-culturales que nos permiten desarrollarnos con cierta aptitudes sociales. Muchas de esas enseñanzas vienen de nuestros padres y otras del medio social en que nos desenvolvemos, particularmente de nuestros círculo social y amigos, pero fundamentalmente de nuestros escuelas.
El problema se nos suscita con el tiempo y en la adultez, cuando debemos tomar decisiones y vivir según aquellos principios y valores que se nos inculcó de niños. Es allí, en la confrontación del mundo teórico-familiar-escolar y el mundo adulto-laboral-relacional, en donde se crea el conflicto y donde poco a poco comienza a surgir un tercer elemento de esta ecuación vital.
Es cuando los resultados para nuestras vidas, incluso aplicando todo aquello que se nos enseñó, son nefastos y dolorosos. Es cuando nos preguntamos "¿Qué hice mal?", "¿Dónde estuvo mi error?", "¿En qué fallé?"...
Esta constatación, las más de las veces dolorosa, nos lleva a la crisis de identidad valórica y donde se comienza a separar la paja del trigo en nuestras propias vidas. Es cuando comenzamos a comprender que cada acto nuestro tiene una consecuencia, que cada consecuencia a su vez produce otra y así sucesivamente...
Y allí, detrás del dolor del fracaso y del "porrazo" es que comenzamos a percibir un suave murmullo interno... hay algo más... lo que me enseñaron si bien no era malo, no era todo para mí... debo hacer mi propio camino, realizar mis propias experiencias y constataciones...
Es el momento del KAYRÓS... es el momento de la luz y claridad... es el momento del LOGOS, el momento de Yoshua Emmanuel...
El problema se nos suscita con el tiempo y en la adultez, cuando debemos tomar decisiones y vivir según aquellos principios y valores que se nos inculcó de niños. Es allí, en la confrontación del mundo teórico-familiar-escolar y el mundo adulto-laboral-relacional, en donde se crea el conflicto y donde poco a poco comienza a surgir un tercer elemento de esta ecuación vital.
Es cuando los resultados para nuestras vidas, incluso aplicando todo aquello que se nos enseñó, son nefastos y dolorosos. Es cuando nos preguntamos "¿Qué hice mal?", "¿Dónde estuvo mi error?", "¿En qué fallé?"...
Esta constatación, las más de las veces dolorosa, nos lleva a la crisis de identidad valórica y donde se comienza a separar la paja del trigo en nuestras propias vidas. Es cuando comenzamos a comprender que cada acto nuestro tiene una consecuencia, que cada consecuencia a su vez produce otra y así sucesivamente...
Y allí, detrás del dolor del fracaso y del "porrazo" es que comenzamos a percibir un suave murmullo interno... hay algo más... lo que me enseñaron si bien no era malo, no era todo para mí... debo hacer mi propio camino, realizar mis propias experiencias y constataciones...
Es el momento del KAYRÓS... es el momento de la luz y claridad... es el momento del LOGOS, el momento de Yoshua Emmanuel...
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