Cuando entró, el maestro lo saludó con una pregunta, “¿Usted dejó sus zuecos de madera y paraguas en el pórtico?”.
“Sí”, contestó Tenno.
“Dígame”, continuó el maestro, “¿usted colocó su paraguas a la izquierda de sus zapatos, o a la derecha?”.
Tenno no supo la respuesta, y se dio cuenta que todavía no había logrado tener conciencia plena. Así que se convirtió en aprendiz de Nan-in y estudió con él por diez años más.
1 comentario:
No veas, yo no sé si viviré bastante para poder entrar en esa conciencia plena...
Un fuerte abrazo
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