Perdonar no es lo mismo que justificar, excusar u olvidar. Perdonar no es lo mismo que reconciliarse. La reconciliación exige que dos personas que se respetan mutuamente, se reúnan de nuevo. El perdón es la respuesta moral de una persona a la injusticia que otra ha cometido contra ella. Uno puede perdonar y sin embargo no reconciliarse.
El perdón permite liberarse de todo lo soportado para seguir adelante. Podemos acordarnos del frío del invierno, pero ya no temblamos porque ha llegado la primavera
El perdón opera un cambio de corazón. Debemos ponerle fin al ciclo del dolor por nuestro propio bien y por el bien de futuras generaciones. Es un regalo que debemos proporcionarles a nuestros hijos. Podemos pasar del dolor a la compasión. Cuando perdonamos, reconocemos el valor intrínseco de la otra persona
El perdonar no borra el mal hecho, no quita la responsabilidad al ofensor por el daño hecho ni niega el derecho a hacer justicia a la persona que ha sido herida. Tampoco le quita la responsabilidad al ofensor por el daño hecho... Perdonar es un proceso complejo. Es algo que sólo nosotros mismos podemos hacer... Paradójicamente, al ofrecer nuestra buena voluntad al ofensor, encontramos el poder para sanarnos... Al ofrecer este regalo a la otra persona, nosotros también lo recibimos.
Recordemos lo que enseñaba Yoshua Emmanuel y que fue recojigo por los Apostoles en su enseñanza llamada "Didaché" (Didaché o Didajé, Enseñanzas de los Doce Apóstoles, fue escrito entre el año 65 y 80 D.C. y encontrado en 1873 en Macedonia, cerca de Constantinopla)
El camino de la vida es éste:
Amarás en primer lugar a Dios que te ha creado,
y en segundo lugar a tu prójimo como a ti mismo.
Todo lo que no quieres que se haga contigo, no lo hagas tú a otro.
Y de estos preceptos la enseñanza es ésta:
Bendecid a los que os maldicen y rogad por vuestros enemigos,
y ayunad por los que os persiguen.
Porque ¿qué gracia hay en que améis a los que os aman?
¿No hacen esto también los gentiles?
Vosotros amad a los que os odian, y no tengáis enemigos.
(Didaché Cap. 1, 2-3)
Amarás en primer lugar a Dios que te ha creado,
y en segundo lugar a tu prójimo como a ti mismo.
Todo lo que no quieres que se haga contigo, no lo hagas tú a otro.
Y de estos preceptos la enseñanza es ésta:
Bendecid a los que os maldicen y rogad por vuestros enemigos,
y ayunad por los que os persiguen.
Porque ¿qué gracia hay en que améis a los que os aman?
¿No hacen esto también los gentiles?
Vosotros amad a los que os odian, y no tengáis enemigos.
(Didaché Cap. 1, 2-3)
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