"...y perdona nuestras ofensas, como nosotros perdonamos a los que nos ofenden..."
"Por eso el reino de los cielos se parece a un rey que
quiso ajustar cuentas con sus siervos.
Al comenzar a hacerlo, se le presentó uno que
le debía miles y miles de monedas de oro.
Como él no tenía con qué pagar, el señor mandó
que lo vendieran a él, a su esposa
y a sus hijos, y todo lo que tenía, para así saldar la deuda.
El siervo se postró delante de él.
"Tenga paciencia conmigo —le rogó—, y se lo pagaré todo."
El señor se compadeció de su siervo,
le perdonó la deuda y lo dejó en libertad.
Al salir, aquel siervo se encontró con uno de sus
compañeros que le debía cien monedas de plata.
Lo agarró por el cuello y comenzó a estrangularlo.
"¡Págame lo que me debes!" , le exigió.
Su compañero se postró delante de él.
"Ten paciencia conmigo —le rogó—, y te lo pagaré."
Pero él se negó. Más bien fue y lo hizo meter
en la cárcel hasta que pagara la deuda.
Cuando los demás siervos vieron lo ocurrido,
se entristecieron mucho y fueron a
contarle a su señor todo lo que había sucedido.
Entonces el señor mandó llamar al siervo.
"¡Siervo malvado! —le increpó—.
Te perdoné toda aquella deuda porque me lo suplicaste.
¿No debías tú también haberte compadecido de tu compañero,
así como yo me compadecí de ti?"
Y enojado, su señor lo entregó a los carceleros para
que lo torturaran hasta que pagara todo lo que debía.
Así también mi Padre celestial los tratará a ustedes,
a menos que cada uno perdone de corazón a su hermano."
(Mateo 18, 23-53)
quiso ajustar cuentas con sus siervos.
Al comenzar a hacerlo, se le presentó uno que
le debía miles y miles de monedas de oro.
Como él no tenía con qué pagar, el señor mandó
que lo vendieran a él, a su esposa
y a sus hijos, y todo lo que tenía, para así saldar la deuda.
El siervo se postró delante de él.
"Tenga paciencia conmigo —le rogó—, y se lo pagaré todo."
El señor se compadeció de su siervo,
le perdonó la deuda y lo dejó en libertad.
Al salir, aquel siervo se encontró con uno de sus
compañeros que le debía cien monedas de plata.
Lo agarró por el cuello y comenzó a estrangularlo.
"¡Págame lo que me debes!" , le exigió.
Su compañero se postró delante de él.
"Ten paciencia conmigo —le rogó—, y te lo pagaré."
Pero él se negó. Más bien fue y lo hizo meter
en la cárcel hasta que pagara la deuda.
Cuando los demás siervos vieron lo ocurrido,
se entristecieron mucho y fueron a
contarle a su señor todo lo que había sucedido.
Entonces el señor mandó llamar al siervo.
"¡Siervo malvado! —le increpó—.
Te perdoné toda aquella deuda porque me lo suplicaste.
¿No debías tú también haberte compadecido de tu compañero,
así como yo me compadecí de ti?"
Y enojado, su señor lo entregó a los carceleros para
que lo torturaran hasta que pagara todo lo que debía.
Así también mi Padre celestial los tratará a ustedes,
a menos que cada uno perdone de corazón a su hermano."
(Mateo 18, 23-53)
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