A veces en nuestra vida hemos tenido actos que han causado daño a otros o a nosotros mismos.
Este efectuar un daño, no siempre es conciente en nosotros - al menos no en el momento de ejecutar el acto que ha causado el daño - sino que pasado el tiempo y probablemente por medio de algunos traspiés en la vida y algo de dolor que nos haya hecho más sensibles al hecho del daño.
Una vez que hemos logrado poner luz a ese o esos hechos, podemos constatar el todo o quizás sólo una parte del daño producido.
Es importante considerar que antes de emitir algún tipo de juicio sobre nosotros por el daño que hemos causado, debemos tener conciencia que al momento de los hechos nuestro nivel de conciencia no estaba lo suficientemente desarrollado y que producto de ese poco nivel de conciencia es que fuimos capaces de causar ese daño. Esto lo decimos no por un afán autojustificatorio o permisivo, sino que para mejor comprendernos y no autocondenarnos.
También es importante considerar que para poder seguir nuestro camino de humanidad, debemos ser capaces de otorgarnos el perdón. Este otorgamiento pasa por resarcir el daño y sobre todo, por asumir el firme compromiso de no repetir más actos de esa naturaleza.
Este efectuar un daño, no siempre es conciente en nosotros - al menos no en el momento de ejecutar el acto que ha causado el daño - sino que pasado el tiempo y probablemente por medio de algunos traspiés en la vida y algo de dolor que nos haya hecho más sensibles al hecho del daño.
Una vez que hemos logrado poner luz a ese o esos hechos, podemos constatar el todo o quizás sólo una parte del daño producido.
Es importante considerar que antes de emitir algún tipo de juicio sobre nosotros por el daño que hemos causado, debemos tener conciencia que al momento de los hechos nuestro nivel de conciencia no estaba lo suficientemente desarrollado y que producto de ese poco nivel de conciencia es que fuimos capaces de causar ese daño. Esto lo decimos no por un afán autojustificatorio o permisivo, sino que para mejor comprendernos y no autocondenarnos.
También es importante considerar que para poder seguir nuestro camino de humanidad, debemos ser capaces de otorgarnos el perdón. Este otorgamiento pasa por resarcir el daño y sobre todo, por asumir el firme compromiso de no repetir más actos de esa naturaleza.
Este resarcir es bueno iniciarlo con un primer acto de reconocimiento y humildad: ofrecer excusas a quien o a quienes hemos causado daño. Este ofrecer excusas debe ser sincero, profundo, valiente y sobre todo humilde.
Una vez ofrecidas las excusas, quizás podamos - junto a la personas dañada por nuestros actos - buscar una manera de resarcir el daño efectuado y con ello, tal vez reconstruir las relaciones rotas.
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