Aprender a diferenciar lo externo de lo interno de cada uno de nosotros, es fundamental para crecer y tomar distancia de aquello que no nos corresponde.
Lo externo lo referimos a lo manifestado, a lo visible, a aquello que se nos manifiesta como la realidad.
Lo interno es aquello no manifestado, pero totalmente real y existente. Es aquello que motiva, energiza y mueve la manifestación, es la intención y la fuerza con que como humanos nos posicionamos en el mundo, es aquello que permite nuestra existencia en la dualidad y permite que en el plano físico, seamos.
La vida se nos presenta de determinadas maneras para que cada uno de nosotros tenga la oportunidad de hacer conciencia de lo que es y del proceso humano-espiritual que ha venido a desarrollar. Si estamos atentos, comprenderemos de forma gradual, y muchas veces con dolor, de qué se trata nuestro proceso, al menos en grandes líneas; si no lo estamos, lo único que obtendremos es sufrimiento, pues no comprenderemos nada de lo que pasa y nos quedaremos sólo con aquello que somos capaces de comprender, lo visible y manifestado.
Si estamos atentos a nuestro interior, comprenderemos que las situaciones que nos presenta la vida son siempre grandes oportunidades para comprender y conocernos mejor a nosotros mismos. Comprenderemos que las cosas que suceden no son ni buenas ni malas, sólo son; que depende totalmente de nosotros el cómo las asumimos y que esa desición puede hacer la diferencia y permitirnos - por fin - salir de la dualidad de "bueno/malo" y entrar en los conceptos de correcto e incorrecto que apuntan a la individualidad y al crecimiento responsable y conciente de sí.
Si aprendemos a vivir nuestra vida desde nuestra verdad profunda e interior, manifestaremos lo que en verdad somos e iremos perfeccionando el cómo nos manifestamos. Comprenderemos que todos somos UNO y finalmente entenderemos en cada célula de nuestro ser lo que nos decía Yoshua Emmanuel.... estuve sediento y me diste de beber, desnudo y me vestiste, enfermo y me cuidaste, estuve preso y me visitasteis.... lo que hiciste a cada uno de estos pequeños, a mi me lo hicisteis.... (Mateo 25, 35-40)
Lo externo lo referimos a lo manifestado, a lo visible, a aquello que se nos manifiesta como la realidad.
Lo interno es aquello no manifestado, pero totalmente real y existente. Es aquello que motiva, energiza y mueve la manifestación, es la intención y la fuerza con que como humanos nos posicionamos en el mundo, es aquello que permite nuestra existencia en la dualidad y permite que en el plano físico, seamos.
La vida se nos presenta de determinadas maneras para que cada uno de nosotros tenga la oportunidad de hacer conciencia de lo que es y del proceso humano-espiritual que ha venido a desarrollar. Si estamos atentos, comprenderemos de forma gradual, y muchas veces con dolor, de qué se trata nuestro proceso, al menos en grandes líneas; si no lo estamos, lo único que obtendremos es sufrimiento, pues no comprenderemos nada de lo que pasa y nos quedaremos sólo con aquello que somos capaces de comprender, lo visible y manifestado.
Si estamos atentos a nuestro interior, comprenderemos que las situaciones que nos presenta la vida son siempre grandes oportunidades para comprender y conocernos mejor a nosotros mismos. Comprenderemos que las cosas que suceden no son ni buenas ni malas, sólo son; que depende totalmente de nosotros el cómo las asumimos y que esa desición puede hacer la diferencia y permitirnos - por fin - salir de la dualidad de "bueno/malo" y entrar en los conceptos de correcto e incorrecto que apuntan a la individualidad y al crecimiento responsable y conciente de sí.
Si aprendemos a vivir nuestra vida desde nuestra verdad profunda e interior, manifestaremos lo que en verdad somos e iremos perfeccionando el cómo nos manifestamos. Comprenderemos que todos somos UNO y finalmente entenderemos en cada célula de nuestro ser lo que nos decía Yoshua Emmanuel.... estuve sediento y me diste de beber, desnudo y me vestiste, enfermo y me cuidaste, estuve preso y me visitasteis.... lo que hiciste a cada uno de estos pequeños, a mi me lo hicisteis.... (Mateo 25, 35-40)
Podremos hacer la diferencia...??
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