Lograr la armonía en nuestras vidas, implica comprender que ella sólo es posible si somos capaces de aceptar la vida que nos ha tocado. Pero el aceptar esta vida que hemos tenido sólo es posible cuando nos damos cuenta de que cada parte de nuestra vida y sus consecuencias, han sido posibles por nuestras propias decisiones o por nuestra falta de ellas.
Obviamente que cuando somos niños, no somos responsables directos de la vida que nos ha tocado, allí estábamos o debiéramos haber estado al cuidado de nuestros padres, pero pasado algunos años y pasada nuestra adolescencia, vamos siendo gradualmente responsables de las consecuencias de nuestras propias decisiones o indecisiones.
Cuando no queremos asumir de forma responsable y conciente nuestra vida, dejamos de tomar decisiones y nos transformamos en meros espectadores de la misma, es más cómodo y sobre todo, nos deja la opción de culpar a otros por los resultados de nuestra propia vida. En este tipo de situación, la vida nos pasa, nos suceden las cosas, practicamente somos sujetos de las oleadas de la vida sin ninguna participación nuestra, somos como una especie de bote sin timón en donde cualquier corriente marina lo mueve y lo lleva a cualquier parte.
Sin embargo, esta forma de vivir la vida, esta manera de ser espectadores de la vida, ES también una decisión personal y las consecuencias de esta elección, las conozcamos o no, nos gusten o no, son también nuestra responsabilidad.
El asumir la responsabilidad de nuestra vida es el acto conciente de tomar las riendas de la vida que nos toca y sus consecuencias, sin culpas ni culpables, solo reconociendo que somos los únicos responsables de lo que nos toca y viviendo esta vida de forma responsable en nuestros aspectos biológico-físico, psíquico-emocional y en lo espiritual.
El aceptar la vida que tenemos, implica no sólo el darnos cuenta de que somos los responsables de ella, sino que también darnos cuenta de que podemos cambiarla.
El cambiar la vida que tenemos, sus consecuencias, es uno de los primeros signos de que estamos haciéndonos cargo de nosotros mismos y de que ya estamos en camino de nuestra propia armonía. Estar en armonía es nuestro estado natural y cada vez que no estamos armoniosos nos enfermamos, he aquí la importancia de recuperar nuestra armonía y de mantenernos en ella.
Educarnos en nuestra responsabilidad con nosotros mismos ES la forma de lograr nuestra propia armonía.
Obviamente que cuando somos niños, no somos responsables directos de la vida que nos ha tocado, allí estábamos o debiéramos haber estado al cuidado de nuestros padres, pero pasado algunos años y pasada nuestra adolescencia, vamos siendo gradualmente responsables de las consecuencias de nuestras propias decisiones o indecisiones.
Cuando no queremos asumir de forma responsable y conciente nuestra vida, dejamos de tomar decisiones y nos transformamos en meros espectadores de la misma, es más cómodo y sobre todo, nos deja la opción de culpar a otros por los resultados de nuestra propia vida. En este tipo de situación, la vida nos pasa, nos suceden las cosas, practicamente somos sujetos de las oleadas de la vida sin ninguna participación nuestra, somos como una especie de bote sin timón en donde cualquier corriente marina lo mueve y lo lleva a cualquier parte.
Sin embargo, esta forma de vivir la vida, esta manera de ser espectadores de la vida, ES también una decisión personal y las consecuencias de esta elección, las conozcamos o no, nos gusten o no, son también nuestra responsabilidad.
El asumir la responsabilidad de nuestra vida es el acto conciente de tomar las riendas de la vida que nos toca y sus consecuencias, sin culpas ni culpables, solo reconociendo que somos los únicos responsables de lo que nos toca y viviendo esta vida de forma responsable en nuestros aspectos biológico-físico, psíquico-emocional y en lo espiritual.
El aceptar la vida que tenemos, implica no sólo el darnos cuenta de que somos los responsables de ella, sino que también darnos cuenta de que podemos cambiarla.
El cambiar la vida que tenemos, sus consecuencias, es uno de los primeros signos de que estamos haciéndonos cargo de nosotros mismos y de que ya estamos en camino de nuestra propia armonía. Estar en armonía es nuestro estado natural y cada vez que no estamos armoniosos nos enfermamos, he aquí la importancia de recuperar nuestra armonía y de mantenernos en ella.
Educarnos en nuestra responsabilidad con nosotros mismos ES la forma de lograr nuestra propia armonía.
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