Una de las primeras muestras de que avanzamos en el camino de la verdad, es que comenzamos a cuidar que nuestras palabras realmente representen aquello que nosotros somos, pues sabemos que la boca siempre habla de lo que en el corazón abunda.(Lucas 6, 45)
En este sentido, cada día trabajamos en hacer conciencia de las diversas emociones (miedo, enojo, deseo, etc) que nos embargan y que muchas veces animan nuestro hablar y comenzamos a privilegiar la verdad de lo que somos pues sabemos que la verdad nos hará libres.(Juan 8, 32)
Una vez en este camino, cada día nos acercamos un poco más a nuestro centro y por ello vamos dejando todos aquellos ropajes que ocultan parte o zonas de nuestro ser, ropajes que hemos creado para "protegernos" del juicio de valor sobre los diversos comportamientos que en nuestra sociedad acostumbramos a hacer.
Finalmente la expresión más concreta a la que llegamos, especialmente en nuestro día a día, tiene que ver con la coherencia de vida en todas nuestras expresiones tanto en nuestros aspectos personales como en los relacionales.
Así, nuestro hablar comienza a ser relevante como expresión clara de nuestra vida personal e interior, y comenzamos a cuidar más celosamente que nuestro sí, sea un sí y que nuestro no, sea no (Mateo 5, 37)
En este sentido, cada día trabajamos en hacer conciencia de las diversas emociones (miedo, enojo, deseo, etc) que nos embargan y que muchas veces animan nuestro hablar y comenzamos a privilegiar la verdad de lo que somos pues sabemos que la verdad nos hará libres.(Juan 8, 32)
Una vez en este camino, cada día nos acercamos un poco más a nuestro centro y por ello vamos dejando todos aquellos ropajes que ocultan parte o zonas de nuestro ser, ropajes que hemos creado para "protegernos" del juicio de valor sobre los diversos comportamientos que en nuestra sociedad acostumbramos a hacer.
Finalmente la expresión más concreta a la que llegamos, especialmente en nuestro día a día, tiene que ver con la coherencia de vida en todas nuestras expresiones tanto en nuestros aspectos personales como en los relacionales.
Así, nuestro hablar comienza a ser relevante como expresión clara de nuestra vida personal e interior, y comenzamos a cuidar más celosamente que nuestro sí, sea un sí y que nuestro no, sea no (Mateo 5, 37)
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