El acto de la FÉ sin embargo, supone el entendimiento, no el simple (y a veces no tanto) hecho de comprender algo, sino que el compromiso racional todo en el acto mismo.
La FÉ es certeza, quizás no en términos absolutos, pero sí en lo que razón mediante, vayámosnos dando de cierto en cuanto lo comprendido. Deviene, finalmente, en comprensión gradual como quitando los velos que la empañan.
No es un acto que surge de la voluntad aunque requiere de mucha para continuar sin cesar en este proceso. Tampoco es un acto que provenga de las emociones aunque es claro que la emoción llegará a tí como resultado de una mejor comprensión de las cosas.
La FÉ es un acto de libertad, de conciencia, del lenguaje (en cuanto hijos de nuestro tiempo), todos elementos distintivos del constructo humano. Sólo el humano puede vivir en la FÉ, pues su ejercicio supone los elementos ya mencionados.
La FÉ supone no un don de la misma, sino un acto de adhesión gratuito y no una imposición ciega. Es cierto que debe pasar por el proceso de la razón, de comprender cada situación ya no con el clásico POR QUÉ que mueve las respuestas racionales, sino con la pregunta de la nueva forma: PARA QUÉ, ya que ésta apunta a la comprensión de la totalidad del proceso y no a la circunstancia misma del suceso.
La creencia es espera, suposición, voluntad.
La FÉ es certeza, realidad, comprensión, libertad.
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