LA FE EN GETSEMANÍ...

Actuar con fe, no es nada de fácil porque implica un grado de conciencia que nos obliga a vivir con un presente activo, implica estar plenamente despierto. También implica asumir que vivimos por Dios, con Dios y en Dios, aunque esto último suene a panteísmo.

El camino que hace Jesús el Cristo - Yoshua Emmanuel, el hijo del hombre, Dios con nosotros - no es el camino nuestro. Nosotros debemos encontrar y hacer nuestro PROPIO camino. Por supuesto que la forma en que Jesús vivió SU camino es lo que debemos imitar para auto proclamarnos cristianos.

Yoshua vivió su camino de una cierta forma (no de cualquiera), la vivió a su manera, con sus acentos y convicciones, con su profundidad, puso en el centro de su vida el hacer la voluntad de su Padre, es decir, doblegó a su ego personal humano para hacer coincidir la expresión de su libre albedrío con lo que su Padre-Dios le pedía y eso no es tarea fácil porque implica estar atento a los susurros de Dios y estar dispuesto a adherirse a ese susurro.

En el Huerto de Getsemaní, Yoshua ora, llora, suplica, pide soporte a sus compañeros de jornada, sus apóstoles, y se desespera ante la visión de la proximidad del sufrimiento y cruz. Su instinto humano dice que debe huir: esto no es para ti te va a doler y mucho, fíjate todo lo que te harán y finalmente te colgarán junto a dos ladrones; a ti, el Maestro, el Rabí de los pobres y desposeídos, te colgarán… estará tu madre, tu familia, tus amigos, todos ellos además serán perseguidos y todo lo que dijiste e hiciste será olvidado. Eso es parte del escenario que se le presenta como humano, como perspectiva de futuro… y aún así, Yoshua Emmanuel decide aceptar la voluntad de su Padre…