lunes, 17 de junio de 2013

ATA TU CAMELLO


Un maestro viajaba con uno de sus discípulos. El discípulo estaba a cargo del cuidado del camello. Llegaron de noche, cansados, a un oasis. Era responsabilidad del discípulo atar el camello; sin embargo, no lo hizo y lo dejó suelto. En su lugar, se limitó a rezar, le pidió a Dios: “Cuida del camello,” y se durmió.

Por la mañana el camello se había ido- lo habían robado o se había escapado, cualquier cosa podía haber pasado. El maestro preguntó: “¿Qué ha pasado con el camello? ¿Dónde está el camello?” El discípulo dijo: “No lo sé. Pregúntale a Dios, porque le pedí a Alá que cuidase del camello; yo estaba demasiado cansado, así que no sé. ¡Y no me hagas responsable, porque se lo pedí a Dios de manera muy clara! Ese no ha sido el problema. No se lo pedí sólo una vez; de hecho, se lo pedí tres veces. Usted me ha enseñado ‘Confía en Alá!’ y yo lo he hecho. Así que no me mires con esa cara de enfadado”.

El maestro dijo, “Confía en Alá, pero antes ata el camello – porque Alá no tiene otras manos que las tuyas”. Si Él quiere que aten el camello, Él tendrá que usar las manos de alguien; no tiene otras manos. ¡Y es tu camello! La mejor manera y la más fácil y el camino más corto es utilizar tus manos. Confía en Alá – no confíes sólo en tus manos, o te sentirás sólo. “Ata el camello y luego confía en Alá”.


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